Hemos salido desde la puerta del instituto a las 8:45 de la mañana (después de 15 minutos de espera como cortesía para los poco madrugadores) y, en dirección norte, hemos subido desde el barrio Málaga hasta el barrio de Yebel Dersa. Atravesamos el bosque y subimos a la parte alta del monte Dersa. Siguiendo dirección norte avanzamos hacia el pueblo de Soror y desde allí cogimos la pista que nos llevó hasta la presa del Smir, donde nos esperaba el autobús que nos trajo hasta la plaza de la Paloma en Tetuán. El tiempo fue excelente durante toda la jornada, con un sol primaveral y ausencia de nubes y viento en la cumbre, cosa que no es habitual.
Como en todas las excursiones de la Hormiga Viajera, observamos con detenimiento los lugares, sus moradores, sus particularidades, edificaciones, etc., que nos vamos encontrando a lo largo de nuestro camino.
Hoy hemos podido ver la gran diferencia que existe entre el urbanismo de estos barrios con los del resto de la ciudad, e incluso el aspecto tan distinto de sus gentes; hasta nuestros propios alumnos se han hecho eco de ello. Según nos comentan ellos mismos la mala fama de estos barrios hace que muchos tetuaníes no se atrevan a visitarlos ni a plena luz del día. El día anterior, en el instituto, algunos de nuestros alumnos, al enterarse de que la excursión programada pasaría por estos barrios mostraron su desacuerdo porque “estos barrios son peligrosos” de transitar y porque en el bosque se refugian muchos “mendigos y ladrones peligrosos”…”profe, allí no se atreve a subir ni la policía marroquí”. Nada de lo visto en nuestro largo paseo por estas calles y al atravesar el bosque nos ha confirmado estos temores o esta leyenda. Al contrario, nos hemos encontrado con personas muy humildes, junto a viviendas de precario aspecto, que nos han atendido con gran amabilidad en las innumerables ocasiones que hemos requerido su ayuda para encontrar nuestra dirección entre el laberinto de estas calles.
En la cumbre nos encontramos con varias ruinas de fortificaciones militares, al parecer, españolas de la época del Protectorado. Hemos inspeccionado una enorme y sólida edificación con sótanos laberínticos e interminables a los que hemos accedido con ayuda de linternas. Los alumnos dicen que a este edificio se le conoce como casa de los chinos.
En la montaña observamos una gran variedad de vegetación, desde el bosque de pinos y palmitos hasta helechos, lavanda y cactus. Más adelante, en la aldea de Soror, sus moradores, sus modestísimas viviendas con techo de chapa y la agricultura del lugar produce enorme sorpresa hasta en los propios alumnos. A pesar de la cercanía a las ciudades de Rincón y Tetuán los habitantes de estas aldeas parece que viven aislados o en otra época; hasta el habla que utilizan es de difícil comprensión para los alumnos. Estos dicen que usan un árabe arcaico. Los rostros de los niños y de las mujeres, al vernos pasar, nos indican que por estos lugares no es habitual el transito de personas ajenas a este entorno. Nos hemos encontrado con varios grupos de campesinas que estaban preparando y lavando manojos de zanahorias, perejil y otras verduras para la venta del día siguiente. Dicen que los llevan a Tetuán y que el camino que utilizan es el mismo que hemos traído nosotros en esta excursión. Naturalmente andando o con la ayuda de animales de carga. Esto nos vuelve a trastocar nuestra capacidad de asombro. A partir de hoy, algunos nos comprometemos a pagar el doble de lo que nos pidan cuando compremos fruta o verdura a las campesinas en los mercados de la ciudad.
Desde este pueblo y hasta llegar a la presa disfrutamos de unas bellísimas vistas del embalse del Smir con el mar, la ciudad de Ceuta y el monte Musa al fondo. En el camino se alternan extensas zonas de espesos bosques de monte bajo mediterráneo, con lentiscos, jaras y madroños con otras de pinos más propias de otras altitudes del Rif.
Excursión muy interesante, el día soleado, los alumnos disfrutaron del paseo y su comportamiento excelente. El recorrido, medido con GPS, fue de 24 Km.; hubo un primer desnivel de 500 metros, bajada y otro de mas de 100 m.
Como en todas las excursiones de la Hormiga Viajera, observamos con detenimiento los lugares, sus moradores, sus particularidades, edificaciones, etc., que nos vamos encontrando a lo largo de nuestro camino.
Hoy hemos podido ver la gran diferencia que existe entre el urbanismo de estos barrios con los del resto de la ciudad, e incluso el aspecto tan distinto de sus gentes; hasta nuestros propios alumnos se han hecho eco de ello. Según nos comentan ellos mismos la mala fama de estos barrios hace que muchos tetuaníes no se atrevan a visitarlos ni a plena luz del día. El día anterior, en el instituto, algunos de nuestros alumnos, al enterarse de que la excursión programada pasaría por estos barrios mostraron su desacuerdo porque “estos barrios son peligrosos” de transitar y porque en el bosque se refugian muchos “mendigos y ladrones peligrosos”…”profe, allí no se atreve a subir ni la policía marroquí”. Nada de lo visto en nuestro largo paseo por estas calles y al atravesar el bosque nos ha confirmado estos temores o esta leyenda. Al contrario, nos hemos encontrado con personas muy humildes, junto a viviendas de precario aspecto, que nos han atendido con gran amabilidad en las innumerables ocasiones que hemos requerido su ayuda para encontrar nuestra dirección entre el laberinto de estas calles.
En la cumbre nos encontramos con varias ruinas de fortificaciones militares, al parecer, españolas de la época del Protectorado. Hemos inspeccionado una enorme y sólida edificación con sótanos laberínticos e interminables a los que hemos accedido con ayuda de linternas. Los alumnos dicen que a este edificio se le conoce como casa de los chinos.
En la montaña observamos una gran variedad de vegetación, desde el bosque de pinos y palmitos hasta helechos, lavanda y cactus. Más adelante, en la aldea de Soror, sus moradores, sus modestísimas viviendas con techo de chapa y la agricultura del lugar produce enorme sorpresa hasta en los propios alumnos. A pesar de la cercanía a las ciudades de Rincón y Tetuán los habitantes de estas aldeas parece que viven aislados o en otra época; hasta el habla que utilizan es de difícil comprensión para los alumnos. Estos dicen que usan un árabe arcaico. Los rostros de los niños y de las mujeres, al vernos pasar, nos indican que por estos lugares no es habitual el transito de personas ajenas a este entorno. Nos hemos encontrado con varios grupos de campesinas que estaban preparando y lavando manojos de zanahorias, perejil y otras verduras para la venta del día siguiente. Dicen que los llevan a Tetuán y que el camino que utilizan es el mismo que hemos traído nosotros en esta excursión. Naturalmente andando o con la ayuda de animales de carga. Esto nos vuelve a trastocar nuestra capacidad de asombro. A partir de hoy, algunos nos comprometemos a pagar el doble de lo que nos pidan cuando compremos fruta o verdura a las campesinas en los mercados de la ciudad.
Desde este pueblo y hasta llegar a la presa disfrutamos de unas bellísimas vistas del embalse del Smir con el mar, la ciudad de Ceuta y el monte Musa al fondo. En el camino se alternan extensas zonas de espesos bosques de monte bajo mediterráneo, con lentiscos, jaras y madroños con otras de pinos más propias de otras altitudes del Rif.
Excursión muy interesante, el día soleado, los alumnos disfrutaron del paseo y su comportamiento excelente. El recorrido, medido con GPS, fue de 24 Km.; hubo un primer desnivel de 500 metros, bajada y otro de mas de 100 m.